domingo, 25 de septiembre de 2011

El baluarte de San Gervasio del otro lado del mundo

La perspectiva sí cambia, después de dar un saltito para pasar el charco y darse una vuelta por el viejo continente, la forma en que se percibe el diario vivir en mi mundo sí cambia.

Finalmente qué hace la diferencia, en ambos hay cosas mejores y peores, la situación es que el contexto que rodea la vivencia es completamente distinto, casi como si hiciera de mi dos personas diferentes en dos lugares diferentes; finalmente no comprendo por qué lo que espero de mi cambia en cada lugar, qué es lo que me limita en donde estoy y qué es lo que me libera estando tan lejos?

Es indescriptible el sentimiento que surge cuando se está frente a los lugares en los que se ha construido la historia más gloriosa del mundo, la propia historia local no desmerece ante los restos ahora visibles del antiguo esplendor de las monarquías francesas y el imperio romano, sin embargo existe una gran distinción entre la forma en que cada uno ha dejado su huella en el mundo, o más bien en la forma en que las generaciones de hoy las admiran.

Tuve la oportunidad de viajar al núcleo en el que se originó el título de este blog y fue una experiencia sobrecogedora, es profundamente impresionante estar dentro de palacios y coliseos que han existido durante los últimos 1000 años, y los más impresionante de todo, es darse cuenta de la relativa brevedad de la vida, al final la antigua gloria y el poder dejan una huella imborrable pero finita...