Confié, confié en ti
al ver el brillo en esos ojos
un tinte de inocencia y picardía
enmarcada en inteligencia y osadía
que se pierden hoy en la ironía.
Confíé, confié en ti
y cegué mi corazón a tus errores
encerré la intuición en los estores
viviendo la felicidad mal inventada
de un fuego que quemaba.
Confié, confié en ti
y hoy me miro en el espejo
conociendo a mi verdugo en el reflejo
espíritu marchito y acabado
por un sueño ya olvidado.
Confié, confié en ti
y hoy sé
que no hay más sueños ni dolores
mientras quedan fuera los rencores
fruto del olvido autoinducido
que promete un futuro reinventado.
La privacidad ha muerto
Hace 10 años

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