Hace unos días, tuve un momento de reflexión existencial, provocado por una nimiedad, pero que me afectó mucho más de lo que hubiera creído y que ante todo, me hizo pensar en la voluntad con la que se hacen las cosas, la verdad es que constantemente nos quejamos de muchas tareas, mucho trabajo, mucho quehacer, mucho ruido, muy poco ruido, mucho cansancio, poco cansancio, etc...
Como seres humanos comunes y corrientes, somos inconformes con todo lo que tenemos y hacemos, cuando en realidad deberíamos simplemente ser felices, después de todo no es tan complicado y aunque a veces depende de factores externos, yo diría que en un 90% depende de nosotros mismos.
Todos tenemos metas (o al menos todos deberíamos tenerlas...) sin embargo, algunos se quedan cegados ante sus deseos materiales y viven en función de "tener más"; está claro que necesitamos tener objetivos en la vida para luchar todos los días y sobrellevar los momentos difíciles, aún así, creo que es de suma importancia que todos nos demos cuenta que la vida diaria no son los objetivos, sino la construcción del camino de los mismos y que ese camino se convierte en el objetivo mismo construido de poco a poco y es por eso que la cuestión se enfoca no tanto a lo que hacemos todos los días, sino por qué lo hacemos... es acaso porque queremos hacerlo o porque tenemos que hacerlo???
hay una gran diferencia entre estas dos situaciones que al final definen la actitud que tenemos con respecto a nuestro diario vivir. Muchos buscamos sobresalir en lo que hacemos y sin embargo al final lo que importa es que seamos felices haciéndolo, simplemente porque esa es nuestra vida y nosotros decidimos si la queremos pasar a quejas o disfrutando los momentos clave que vivimos todos los días.
La privacidad ha muerto
Hace 9 años
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